“Ustedes que pueden hablar con ellas, diganles a las Madres de Abril que este es nuestro aporte para que haya justicia en el país”

Persona observadora de Urnas Abiertas desde algún lugar de Nicaragua.

El régimen se  robó 153 alcaldías, pero la victoria es del futuro.

El régimen eliminó la competencia electoral, pero la victoria es del futuro.

El régimen aniquiló la autonomía municipal, pero la victoria es del futuro.

El régimen no nos permitió votar, pero la victoria es de NICARAGUA y su futuro.

El domingo 6 de noviembre más de mil setecientas personas rompieron, una vez más, el cerco represivo de la dictadura; salieron en la clandestinidad, con miedo, en silencio, sin llamar la atención pero con la firme convicción de que la fiscalización es resistencia ciudadana. 

Ese domingo se celebró lo que bien podría llamarse: las peores elecciones de la historia electoral nicaragüense. Los reportes de represión, asedio y control absoluto de las municipalidades, demostraron el terror del régimen a permitir una participación libre y transparente. En cambio, la ciudadanía fue vigilada por las fuerzas oficialistas y de espionaje cuadra a cuadra, con dos claros objetivos, por un lado obligarlos a participar en el fraudulento montaje electoral y por otro, aniquilar cualquier intento de manifestación de resistencia cívica.

Los absurdos mecanismos de la dictadura para conservar el poder no constituyen recursos infinitamente renovables. El hartazgo de la población es cada vez más marcado y los criminales están conscientes del desgaste dentro de sus propias estructuras, la violencia política/laboral y persecución a las que se ven sometidos tanto los funcionarios públicos como los militantes en las bases, es excesiva y solo aumenta la presión de una bomba de tiempo que ellos bien saben, tarde o temprano explotará.

Rojos, verdes, azules y moradas, ciudadanía de todos los colores, orígenes y posturas participaron en la observación ciudadana, incluido quienes están allá, en “el otro lado”, donde el control totalitario se siente todavía más, buscaron formas de comunicación segura para reportar cómo eran obligados a ir a votar, cómo les pedían enviar pruebas, cómo tuvieron que fotografiar a sus familiares para no perder su trabajo.

Después de esa jornada, el pasado 10 de enero el régimen tomó posesión de las 153 alcaldías que se adjudicó a través del miedo y la violencia.

Sin embargo, la victoria es del futuro, de ese futuro en el que el despertar ciudadano que empezó en 2018 aguarda dentro y fuera de Nicaragua para volver a reconstruir el país que nos quitaron pero que sigue siendo nuestro.

Ese futuro que está lleno de esperanza, de calles llenas de manifestaciones, de paredes con consignas, de memoria colectiva, de mesas de trabajo, de iniciativas ciudadanas y de cuidados colectivos, ese futuro en el que la fiscalización es apenas la puerta de entrada para el trabajo que la ciudadanía está esperando iniciar en cuanto caiga la dictadura.

Nicaragua aguarda por el resquebrajamiento total de las estructuras que la oprimen y le impiden construir el horizonte que merece dónde el respeto, la justicia, la libertad, la democracia y el bienestar social sean una realidad. Nuestro pasado, pero sobre todo nuestro presente nos dice  que merecemos más, que somos capaces de construir un mejor mañana. 

El presente histórico comprueba -una vez más- que el triunfo indiscutible de estas elecciones es para el pueblo que no se paralizó ante un régimen de terror, que se movilizó, observó, documentó y denunció. Aunque el régimen haya consolidado su poder autoritario y déspota en 153 alcaldías del país, todo este esfuerzo ciudadano de movilización y denuncia se logró bajo la peor dictadura que tiene Latinoamérica en la actualidad, por eso hoy es un día para celebrar que la victoria es del futuro y de lo que el pueblo será capaz de construir y reconstruir más temprano que tarde.